Me corté la uña del dedo
del medio de la mano derecha
bien corta
y empecé a sobarle el coño
mientras ella estaba sentada en la cama
poniéndose crema en los brazos,
la cara
y los pechos
después de bañarse.
Entonces encendió un cigarrillo:
"tú sigue",
y fumó y continuó poniéndose
crema.
Yo continué sobándole el coño.
"¿Quieres una manzana?", le pregunté.
"Bueno", dijo, "¿tú vas a comer una?".
Pero fue a ella a quien comí...
Empezó a girar,
después se puso de lado,
se estaba humedeciendo y abriendo
como una flor bajo la lluvia.
Después se puso boca abajo
y su hermosísimo culo
se alzó ante mí,
y metí la mano por debajo
hasta el coño otra vez.
Estiró un brazo y me cogió
la polla, giró y se volvió,
me monté encima.
Hundía la cara en la mata
de pelo rojo
derramada alrededor de su cabeza
y mi polla tiesa entró
en el milagro.
Más tarde bromeamos sobre la crema
y el cigarrillo y la manzana.
Después salí a la calle y compré pollo
y gambas y patatas fritas y bollitos
y puré y salsa y
ensalada de col, y comimos.
Ella me dijo lo bien que lo había pasado
y nos comimos
el pollo y las gambas y las
patatas fritas y los bollitos
y el puré y la salsa y
hasta la ensalada de col.
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